Televisión Española prepara una miniserie inspirada en los hechos de corrupción policial de Coslada. Como si la realidad no fuera bastante cruel, la televisión pública de este país se regocija en la desgracia de una fracción de su teórica audiencia (83.200 habitantes) para recordárselo.
Lo sucedido en este pueblo, casi ciudad, de Madrid es tremendamente condenable y denunciable (que ya se hizo durante mucho tiempo y se ha cumplido definitivamente). Los mismos adjetivos son aplicables a su reproducción televisiva. Conociendo los productos que hasta ahora ha creado “nuestra” cadena cabe esperar que el tema se tratará con morbosa frivolidad. Ya me percaté de ello la primera vez que el dúo productivo (TVE y Mundo Ficción) lo hizo con Fago y su historia: el asesinato del alcalde de la localidad oscense.
Queda claro, entonces, que los sucesos escabrosos de nuestro país iluminan a menudo a Antonio Onetti y sus guionistas (dudo que el proceso sea a la inversa). Hecho que a su vez constata otra cuestión: el déficit de capacidad creativa de ésas cabecitas. Lo más inmoral de todo esto es que el delito todavía no se ha juzgado. Al señor sheriff aún no se le ha puesto la soga, ni las víctimas lo han presenciado (y a juzgar por el estado de nuestro sistema legal no lo harán a corto plazo). No obstante, se ve que Radiotelevisión Española está dispuesta a poner remedio al colapso judicial de este país: los crímenes pasarán antes por el circo que por los juzgados. Ya que los medios de comunicación nos demuestran cada día que priorizan el relato del crimen espectacularizado que la sentencia judicial.
Gracias a La Primera a los españoles nos abordará una sensación de dejà vu constante (dependiendo del volumen de sucesos de crónica negra) e indigestivo: la historia criminal de España se reproducirá doblemente produciendo un sabor peor que cuando se repite la salsa brava después del café.
¡Buagh!
(Coda: “La televisión, (...) un universo dominado por el pánico a ser aburrido y por la presión de divertir a costa de lo que sea”. Pierre Bourdieu, “La televisión, el periodismo y la política”, Contrafuegos)
Lo sucedido en este pueblo, casi ciudad, de Madrid es tremendamente condenable y denunciable (que ya se hizo durante mucho tiempo y se ha cumplido definitivamente). Los mismos adjetivos son aplicables a su reproducción televisiva. Conociendo los productos que hasta ahora ha creado “nuestra” cadena cabe esperar que el tema se tratará con morbosa frivolidad. Ya me percaté de ello la primera vez que el dúo productivo (TVE y Mundo Ficción) lo hizo con Fago y su historia: el asesinato del alcalde de la localidad oscense.
Queda claro, entonces, que los sucesos escabrosos de nuestro país iluminan a menudo a Antonio Onetti y sus guionistas (dudo que el proceso sea a la inversa). Hecho que a su vez constata otra cuestión: el déficit de capacidad creativa de ésas cabecitas. Lo más inmoral de todo esto es que el delito todavía no se ha juzgado. Al señor sheriff aún no se le ha puesto la soga, ni las víctimas lo han presenciado (y a juzgar por el estado de nuestro sistema legal no lo harán a corto plazo). No obstante, se ve que Radiotelevisión Española está dispuesta a poner remedio al colapso judicial de este país: los crímenes pasarán antes por el circo que por los juzgados. Ya que los medios de comunicación nos demuestran cada día que priorizan el relato del crimen espectacularizado que la sentencia judicial.
Gracias a La Primera a los españoles nos abordará una sensación de dejà vu constante (dependiendo del volumen de sucesos de crónica negra) e indigestivo: la historia criminal de España se reproducirá doblemente produciendo un sabor peor que cuando se repite la salsa brava después del café.
¡Buagh!
(Coda: “La televisión, (...) un universo dominado por el pánico a ser aburrido y por la presión de divertir a costa de lo que sea”. Pierre Bourdieu, “La televisión, el periodismo y la política”, Contrafuegos)
per Gina Tosas